Sus orígenes se remontan al 2021, a raíz de la pandemia del COVID-19 y «la nueva normalidad», donde el conjunto de la sociedad se vio forzada a un uso de herramientas digitales para la que no estaba preparada. La brecha digital ya no era solo de jóvenes a mayores, sino de personas sin recursos o que simplemente no requerían conocimientos digitales en su trabajo o vida diaria.

El cambio no se limitó a trámites burocráticos o bancarios, como ejemplifica el reportaje «Hablando en Plata – Ciudadanos de Segunda» del 2023, sino que también afectó a la atención al cliente, la implantación de cita previa, los pagos digitales, o sencillamente la ausencia de menús en los restaurantes. Y a partir del 2025, estaremos obligados a emitir facturas electrónicas, se implantará el euro digital, e incluso el pasaporte desaparecerá para convertirse en una aplicación.

Ante esta situación, observamos la necesidad social de ofrecer soporte al ciudadano en materia de digitalización y asistencia en esta transición de la manera más amable posible, como reza nuestro lema, de una forma consciente, es decir, sin añadir ni quitar más de lo necesario.